El corazón artificial de Utah

En diciembre de 1982, médicos de la Universidad de Utah llamaron la atención del mundo entero tras implantar un corazón artificial en un valiente paciente, Barney Clark. Un corazón artificial es una especie de máquina que bombea sangre y cumple el trabajo del corazón.

En pocas palabras

Personas en todo el mundo estaban sorprendidas. Algunos pensaban que se parecía demasiado a Frankenstein. Clark solo vivió 112 días tras la operación, pero su valentía ayudó a muchas otras personas.

Años de práctica

Imagen de un corazón artificial, (fotografía cortesía de los Institutos Nacionales de la Salud del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos)

Cuando los órganos del cuerpo de una persona se enferman, todo su organismo lo sufre. En la actualidad, es posible trasplantar un órgano, como un hígado o incluso un corazón, de una persona a otra, pero no siempre fue posible. Durante la mayor parte de la historia, las personas con problemas del corazón morían y los médicos no tenían muchos recursos para ayudarlas. Los científicos intentaron resolver este problema mediante la creación de dispositivos que copiaban el funcionamiento del corazón humano.

En Europa, durante la década de 1940, Willem Kolff comenzó a inventar máquinas con las que esperaba ayudar a sus pacientes. En 1967, viajó para trabajar en la Universidad de Utah. Kolff inventó varios órganos artificiales. Su objetivo era que estos dispositivos reemplazaran a riñones, pulmones, corazones y ojos enfermos.

Kolff y otros especialistas talentosos trabajaron en conjunto en el Instituto de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Utah. En la década de 1970, implantaron corazones artificiales en animales para asegurarse de que los dispositivos fueran seguros para el ser humano. Al mismo tiempo, investigadores de otros lugares también inventaban máquinas para ayudar a las personas con enfermedades del corazón.

El paciente y el dispositivo

Los científicos del Centro Médico de la Universidad de Utah, dirigidos por Kolff, buscaron a un paciente que pudiera recibir el corazón artificial. Lo llamaron Jarvik-7 en honor a Robert Jarvik, su inventor y miembro del equipo. Fue el primer dispositivo de este tipo. Lo fabricaron con poliéster, plástico y aluminio, y estaba conectado con mangueras a un compresor de aire de 400 libras.

El paciente fue el Dr. Barney Clark

Clark era un odontólogo de Seattle, Washington, cuyo corazón estaba fallando. Casi no podía caminar de una habitación a otra, y se sentía muy débil y enfermo. Pero Clark también era un hombre valiente y quería que su experiencia ayudara a otras personas. Por eso, aceptó convertirse en la primera persona que recibiría de forma permanente un “corazón completamente artificial” en su cuerpo.

El 1 de diciembre de 1982, un equipo médico operó a Clark durante siete horas. Le extirparon su corazón enfermo y lo reemplazaron por el Jarvik-7. Clark tuvo que estar conectado a un enorme compresor de aire que mantuvo en funcionamiento el corazón artificial durante el resto de su vida.

An article about the artificial heart from the University of Utah Student Newspapers, December 2, 1987

¿Fue ético?

Clark sabía que tenía pocas posibilidades de vivir después de la operación pero aceptó ayudar a la ciencia y a otras personas. Vivió mucho más de lo que los médicos esperaban, pero no la pasó bien. Tuvo infecciones, derrames cerebrales, convulsiones y pensamientos depresivos.

Algunas personas se preguntaban si las cirugías con corazones artificiales eran éticas o qué debían hacer los profesionales de la salud. Querían asegurarse de que se protegieran los cuerpos y los derechos de los pacientes. Además, un corazón artificial costaba mucho dinero. Clark y sus médicos pensaban que era ético. ¿Tú qué piensas?

Después de la cirugía

Reporteros de todo el mundo cubrieron la historia de Barney Clark y la cirugía con el corazón artificial en Utah. Las personas admiraban a Clark y a su esposa, Una Loy. Clark nunca pudo salir del hospital pero logró celebrar su aniversario de boda con Una y sus hijos.

Murió 112 días después de la cirugía. El Jarvik-7 latió casi 13 millones de veces en su cuerpo y siguió funcionando después de su muerte. La valentía de Clark inspiró a los médicos a preguntarse qué alternativas existirían y qué otros dispositivos podrían ayudar a las personas con corazones enfermos. Tal como él esperaba, su experiencia ayudó a otras personas a conseguir una mejor vida.

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