El Gran Lago Salado (Great Salt Lake), la enorme masa de agua que dio origen al nombre de Salt Lake City, puede desaparecer. El cambio climático, el crecimiento de las ciudades, los desvíos de agua y la negligencia ponen en peligro el futuro del lago.
La combinación de una grave sequía y un uso intensivo del agua en Wasatch Front provoca que el lago reciba menos agua. Lo mismo ocurre en el resto de la región y del estado: los lagos y ríos se están secando y la nieve acumulada en invierno continúa disminuyendo.
En los últimos años, el nivel del lago alcanzó su punto más bajo de la historia: menos de 4191 pies sobre el nivel del mar. Compara este nivel del lago con el de 1986, cuando alcanzó su máximo histórico. El agua de deshielo y las lluvias desbordaron el lago y casi colapsaron los cimientos de la carretera Interestatal 80. Si bien se instalaron bombas para desviar el exceso de agua hacia el desierto del oeste, jamás se utilizaron.
El Gran Lago Salado fluctúa considerablemente con solo un pequeño aumento del nivel del agua. Su nivel subió 20 pies entre 1963 y 1986, pero disminuyó más de 20 pies en los años posteriores, lo que hizo que la costa se desplazara unas 20 millas. Esto significa que los principales humedales, arenales y marismas quedan al descubierto o se inundan.
Si el nivel del lago continúa disminuyendo, corremos el riesgo de perder un ecosistema esencial para la fauna y muchos organismos vivos, incluidas las aves migratorias que dependen de la delgada franja de agua dulce que rodea el extremo este del lago. La desaparición del lago provocaría la pérdida de industrias multimillonarias, como el cultivo de artemia o la extracción de minerales, y también el cierre de actividades recreativas como la navegación. También surgirían problemas ambientales, como tormentas de arena y la alteración de los patrones meteorológicos. Además, perderíamos una parte esencial de nuestra identidad colectiva como habitantes de Utah y de la región occidental.
La situación actual es el resultado de nuestras decisiones. No es demasiado tarde para replantearnos nuestras prioridades. Debemos valorar y proteger nuestra agua, incluido el Gran Lago Salado.
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