Hilda Erickson

Hilda Anderson Erickson fue partera, comerciante, ganadera, ciudadana comprometida y madre.  Aportó su habilidad para los negocios, la medicina y la agricultura.  

En pocas palabras

Erickson estuvo al servicio de los habitantes de Utah: abrió una tienda, asistió en partos, cuidó de la salud de las mujeres y administró un establecimiento ganadero.  Se casó con John A. Erickson en 1882, con quien tuvo dos hijos. A lo largo de su ajetreada vida, cuidó de su familia, sus vecinos y la comunidad.

Hilda Erickson

Más de la historia

Erickson nació en Suecia el 11 de noviembre de 1859. Emigró a Salt Lake City cuando tenía siete años.  Vivió con su familia en Grantsville, Utah, hasta que se casó en 1882. Erickson formaba parte de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y los líderes de la iglesia la llamaron a ella y a su marido para que fueran a cumplir una misión en Ibapah, Utah, cerca de la frontera con Nevada, en 1883.  Allí, trabajaron en una granja de la Iglesia con miembros del pueblo goshute durante doce años.  Después de la misión, Erickson se mudó al norte de Utah, donde abrió negocios, administró un establecimiento ganadero y fue dirigente cívica. Tenía 104 años cuando murió.

Modista

Erickson tomó un curso de corte y confección en Salt Lake City cuando tenía trece años. Ganaba dinero diseñando y cosiendo abrigos, trajes y ropa de dama para clientes de lugares tan lejanos como Tooele.  Erikson era tan buena costurera que acababa una camisa o un abrigo de niño —lo que implicaba poner la prenda de revés para colocar un estampado desde el interior— en un día. Y todo esto lo hacía antes de que tuviera máquina de coser.

Granjera y ganadera

Hilda Erickson (derecha) con Maud Windberg en el condado de Tooele, 1896

Erickson tenía mucha experiencia en ganadería y agricultura. Al principio, trabajó para la Iglesia SUD en una granja del sur de Utah. Después de su misión, Erickson y su marido se mudaron treinta millas al sur de Ibapah a una granja con una hermosa pradera, bosques de sauces y bayas silvestres.  Cultivaban alfalfa y tenían gallinas, cerdos, ovejas y vacas.  Era excelente montando a caballo, y su establecimiento ganadero suministraba carne a los trabajadores del ferrocarril Western Pacific.

Partera y curandera

Erickson tenía una gran habilidad para cuidar y curar a enfermos, madres y bebés.  Participó de un programa de formación en Salt Lake City, donde obtuvo la licencia para ejercer como partera. Una partera es una persona que asiste en partos y atiende a mujeres embarazadas. A lo largo de los años, Erickson asistió en cientos de partos y atendió a personas con distintas enfermedades.  Una vez, recorrió más de veinticinco millas para ayudar a una mujer a dar a luz.

Comerciante y empresaria

Erickson se hizo comerciante mientras vivía en la granja.  Se dio cuenta de que muchos habitantes del valle de Ibapah tenían que viajar más de 200 millas ida y vuelta a Salt Lake City para abastecerse.  Entonces, junto con su marido, abrió una pequeña tienda en el patio trasero para ayudar a su comunidad a evitar el largo viaje. Erickson vendía suministros, administraba la tienda, compraba productos y preparaba almuerzos para los mineros.

Hilda Erickson a los 104 años

Cuando sus hijos alcanzaron la edad de ir a la escuela, se mudó a Grantsville, y su marido se quedó en el campo.  Con el tiempo, abrió una tienda de ramos generales.  Cuando su marido tuvo que llevar adelante una misión de tres años en Suecia, ella se encargó de la tienda y del establecimiento ganadero. Era mucho trabajo. Hacía viajes de entre seis y ocho días a la granja para asegurarse de que todo marchara bien.

Su legado

Los negocios, la ganadería y la medicina eran solo algunas de las cosas que Erickson hacía cada día.  Fue dirigente cívica y eclesiástica en el condado de Tooele, Utah.  Erikson recorría cientos de millas en su Ford T para recopilar datos para la Grantsville Farm Loan Association. Leía dos periódicos por día para mantenerse informada y siempre votaba.  También viajó mucho como presidenta de la organización infantil principal de la Iglesia SUD del condado.  Entre 1908 y 1953, tuvo once automóviles que la llevaron a todos sus trabajos y obligaciones.

En 1964, cuando tenía 104 años, miembros de Hijas de los Pioneros de Utah reconocieron a Erickson como la última pionera mormona viva.  Erickson solía decir que, a lo largo de su vida, había viajado a lomo de buey y de mula, a caballo, en calesa, en carreta, en bicicleta, en automóvil y, lo que más la emocionaba, en avión.  Murió a los 108 años.  Erickson hizo historia poniéndose al servicio de la comunidad, el estado y la nación.  Encontró diferentes formas de aprovechar su talento para valerse por sí misma y para ayudar a su familia y a los demás. Su trabajo influyó en la gente de Utah durante muchos años.

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