Hasta mediados del siglo XIX, la región que ahora es Utah formaba parte de los territorios españoles y mexicanos. Los nativos americanos vivían en la Gran Cuenca mucho antes de que los españoles y los estadounidenses decidieran colonizar la zona.
En pocas palabras
A partir de 1803, el Gobierno de los Estados Unidos comenzó a obtener cada vez más tierras en el oeste. Los estadounidenses querían expandir su imperio por todo el continente, desde el río Misisipi hasta el océano Pacífico. Utah formaba parte de este enorme territorio. El interés por avanzar hacia el oeste creció aún más después de que México se independizó de España en 1821. Durante las décadas de 1820 y 1830, cazadores y exploradores británicos y estadounidenses se trasladaron a Utah. Transformaron los ecosistemas y la vida de los nativos americanos mediante el comercio de pieles, y enviaron informes a otros estadounidenses sobre el territorio y sus habitantes.
Durante las décadas de 1830 y 1840, cientos de estadounidenses comenzaron a desplazarse hacia el oeste para llegar a las tierras fértiles de Oregón y California. Uno de los grupos estaba formado por migrantes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (SUD), quienes viajaron al oeste con la intención de quedarse en Utah. Poco después, Utah se convirtió en territorio de los Estados Unidos y miles de colonos de todo el mundo llegaron a esta región.
Más de la historia
El actual territorio de Utah cambió de manos entre imperios europeos tres veces durante un periodo de casi 400 años. Esta región perteneció al Imperio español durante 300 años, desde el comienzo del siglo XVI hasta el año 1821. En 1821, México se independizó de España y, durante los 30 años siguientes, Utah formó parte del norte de México. Luego, en 1848, esta región pasó a formar parte de los Estados Unidos.
Durante todo este tiempo, la mayoría de los habitantes de Utah eran nativos americanos que pertenecían a las culturas goshute, navajo, paiute, shoshone y ute. Todos los imperios europeos interactuaron con los nativos americanos de diferentes maneras. Además, cada uno de los imperios provocó grandes cambios en los ecosistemas, la economía y las relaciones tribales de los pueblos nativos.
El Imperio español implementó un sistema comercial que conectaba a los pueblos navajo, ute y pauite que vivían al sur de Utah con Nuevo México. Tras la independencia de México, los británicos y estadounidenses llegaron al norte de Utah para cazar, comerciar, explorar y trazar mapas. En el comercio de pieles, participaban los utes y shoshones que vivían al norte de Utah. El Gobierno de México se encontraba lejos, en Ciudad de México, y no tenía los medios necesarios para detener a estos comerciantes. Los cazadores y exploradores estadounidenses enviaban informes a los Estados Unidos sobre los pueblos, senderos, tierras y recursos de la región. Esta información allanó el camino para la migración y los asentamientos masivos.
En la década de 1840, una gran cantidad de habitantes de los Estados Unidos comenzaron a migrar hacia el territorio del norte de México. Entre ellos, se encontraban miembros de la Iglesia SUD, quienes empezaron a llegar en 1847. En 1848, cuando terminó la guerra mexicana-estadounidense, los Estados Unidos se apoderaron de toda la región norte de México, incluidos Colorado, Utah, Nevada y California. A partir de ese momento, Utah comenzó a formar parte de los Estados Unidos.
Nativos americanos y recién llegados
En esta época, el ejército estadounidense construyó varios fuertes en Utah. En respuesta al conflicto continuo, una unidad del ejército atacó un poblado invernal de shoshones a orillas del río Bear. Los soldados asesinaron a más de 400 shoshones, entre los que había mujeres, niños y personas mayores. Este horrible hecho se conoce como la masacre del río Bear. Fue la mayor masacre de nativos que vivían al oeste del río Misisipi.
Esta demostración de poder obligó a los nativos de la región a firmar tratados que prometían relaciones pacíficas a cambio de alimentos, productos de primera necesidad y, en algunos casos, tierras de la reserva. Sin embargo, en muchos casos, los colonos olvidaron o ignoraron los tratados.
En pocas décadas, los colonos estadounidenses expulsaron a los pueblos nativos de las mejores tierras para fundar sus ciudades y granjas. Un gran ejemplo es lo que ocurrió en Provo. Esta zona fértil junto al río Provo y el lago Utah contaba con abundantes recursos pesqueros, hídricos y alimentarios, y era el hogar de una gran comunidad ute de Timpanogos. Los colonos de la Iglesia SUD obligaron a los utes a abandonar sus fértiles tierras de los valles de Utah para trasladarse a una reserva donde la tierra era árida.
Por otro lado, algunos paiutes se trasladaron a nuevos asentamientos donde comenzaron a trabajar para granjeros, ganaderos y amas de casa de la Iglesia SUD. Los grupos shoshone y goshute siguieron viviendo en pequeñas comunidades fuera de las zonas pobladas. Los navajos se vieron obligados a caminar 400 millas hasta un campo de prisioneros en Nuevo México antes de recibir una reserva.
Todos estos pueblos nativos encontraron nuevas formas de mantener a sus comunidades en un mundo que había cambiado.
Migraciones mundiales
En 1869, finalizó la construcción del primer ferrocarril transcontinental, que conectaba Utah con mercados de California y el este. El ferrocarril facilitó la migración, y además la volvió más accesible económicamente. También dio origen a la minería y otras industrias en la región. La combinación del ferrocarril y las nuevas industrias atrajo a miles de inmigrantes de todo el mundo hacia Utah.
La religión atrajo a miles de personas de Escandinavia y Gran Bretaña. Otros viajaron desde Hawái y las islas del Pacífico para unirse a la comunidad de la Iglesia SUD de Utah. Las oportunidades laborales también provocaron la llegada de miles de personas de todo el mundo. Algunas venían desde China y Japón para trabajar en el ferrocarril y en las compañías mineras. Otras llegaban desde Grecia, Italia y países del sur y el este de Europa.
Estos nuevos habitantes de Utah hablaban más de 30 lenguas diferentes, practicaban distintas religiones y comían alimentos diversos. Todos ayudaron a construir nuevas comunidades, granjas e industrias. En el proceso, modificaron las tierras y los ecosistemas de Utah mediante los sistemas de riego, el pastoreo, la tala, la minería y otras actividades. Tras el inicio de los asentamientos, el territorio y los habitantes de Utah cambiaron radicalmente.
¡Continúa explorando!