El Imperio español: comercio y transformación

Entre 1521 y 1821, el territorio que hoy conocemos como Utah fue colonizado por España, un país de Europa. El Imperio español, también conocido como Nueva España, se extendía desde América del Sur hasta Oregón, pasando por México. España colonizó estas tierras durante más de 300 años.

En pocas palabras

Las colonias españolas en América del Norte no eran todas iguales. El Gobierno español y los sacerdotes católicos crearon pueblos de misión en donde hoy se encuentran Nuevo México y California. A través de este sistema de colonización, los nativos de la región se unieron a la Iglesia católica, tuvieron que adoptar nombres españoles y se convirtieron en súbditos de las autoridades españolas. Los habitantes de los pueblos de misión trabajaban para la economía española y el trabajo esclavo era habitual. Así, se mezclaron diferentes grupos —quienes venían de España y quienes eran nativos del territorio americano—, y se crearon nuevos tipos de familias, culturas y tradiciones. Las palabras mestizo/a, hispano/a y latino/a se refieren a estas identidades mixtas.

Cartel del Sendero Español

Los líderes españoles no aplicaron el sistema de los pueblos de misión en Utah debido a su lejanía con las principales ciudades españolas que estaban cerca de Santa Fe, Nuevo México. Era difícil llegar al territorio que ahora forma parte de Utah, caracterizado por sus profundos cañones y altas montañas. Además, el clima desértico dificultaba la agricultura, y los exploradores españoles no encontraron oro ni plata para extraer. 

El objetivo de una colonia era generar dinero para el Imperio, pero las tierras de esta región no contaban con los recursos naturales que necesitaban los pueblos de misión. Por eso, los líderes españoles decidieron comerciar con los nativos americanos que vivían aquí para ganar dinero.

El comercio con Nueva España supuso un gran cambio para los pueblos nativos americanos que vivían en la Gran Cuenca. Aunque los pueblos navajo, ute, paiute, goshute y shoshone no adoptaron las costumbres españolas ni se convirtieron en latinos, el comercio con Nueva España transformó sus vidas para siempre.

Existieron diversos factores de expulsión y atracción que provocaron la llegada de los conquistadores españoles al continente americano. Estos conquistadores abandonaron España con la esperanza de ganar dinero en el Nuevo Mundo. Los sacerdotes querían convertir a los nativos al catolicismo, una rama del cristianismo. Las tierras para las plantaciones, los minerales para la minería, la religión y las oportunidades de comercio atrajeron a exploradores, sacerdotes y comerciantes a América. Gran parte de la región actual del oeste estadounidense, incluido Utah, formó parte del Imperio español desde 1521 hasta 1821.

En esta región, los exploradores españoles esperaban encontrar oro, plata y un río hacia el océano Pacífico que facilitara y beneficiara económicamente la colonización. Recorrieron la zona y aprendieron sobre los desiertos, los cañones, las montañas, los lagos y los ríos gracias a los guías nativos americanos. Los españoles crearon los primeros mapas europeos del actual estado de Utah y la Gran Cuenca. Cambiaron los nombres de los senderos y otros lugares importantes para los nativos y les asignaron nombres españoles que se continúan utilizando en la actualidad, como San Juan. También fueron los primeros europeos que escribieron descripciones de los pueblos ute, paiute y navajo que vivieron aquí. 

Primeros exploradores españoles

El capitán García López de Cárdenas fue probablemente el primer explorador español que se acercó a Utah. En 1540, tras recibir información sobre la existencia de un gran río, Cárdenas y sus hombres llegaron al extremo sur del Gran Cañón antes de regresar a Nuevo México. 

Mapa de la expedición de Domínguez y Escalante, 1776-1777, 1859

Más de 200 años después, un grupo de exploradores españoles pasaron cerca del actual estado de Utah. En 1765, el gobernador español de Santa Fe decidió explorar el territorio ubicado al norte de Nuevo México. Envió a Juan María Antonia Rivera a dos expediciones para conocer a los habitantes de la zona, hacer un mapa y buscar plata. Rivera recorrió el territorio gracias a los guías utes que lo ayudaron, pero no encontró metales preciosos. Algunos historiadores creen que Rivera y su grupo ingresaron a Utah cerca de la actual Monticello y se convirtieron en los primeros europeos en conocer el río Colorado.

Once años después, en 1776, los sacerdotes Domínguez y Escalante lideraron su famosa expedición en busca de una ruta terrestre desde Nuevo México hacia California. Con la ayuda de los guías utes, viajaron desde Santa Fe hasta el lago de Utah. Su objetivo era regresar y crear una misión católica con los habitantes del pueblo ute que habían conocido, quienes vivían en el actual valle de Utah, pero eso nunca ocurrió.

La influencia del comercio español en las sociedades nativas

Alrededor de 1750, los líderes españoles de Nuevo México se aliaron con algunos grupos de nativos americanos que vivían en el norte. Querían proteger los asentamientos de sus misiones en Nuevo México de los ataques, y desarrollar un sistema de comercio que generara riqueza y paz. 

Con el tiempo, los comerciantes latinos en Nuevo México comenzaron a viajar hacia Utah. Negociaban con los utes y los navajos, quienes les ofrecían pieles, cuero, caballos y prisioneros a cambio de herramientas, armas y otros productos europeos.

Mapa del Viejo Sendero Español, cortesía del Servicio de Parques Nacionales (NPA)

Durante el siglo XIX, el sistema de comercio español se extendió en gran parte del actual estado de Utah a lo largo de lo que se denominó el Viejo Sendero Español. Siguiendo los senderos de los nativos americanos, esta ruta comercial de 700 millas comenzaba en Santa Fe, se dirigía hacia el norte a través de lo que hoy es Moab, luego hacia el oeste para regresar hacia el sur, y finalmente llegaba hasta Los Ángeles. Desde 1829 hasta la década de 1840, el Viejo Sendero Español fue muy utilizado por los habitantes de Nuevo México, los pueblos nativos y los estadounidenses. 

El sistema de comercio español benefició a muchas comunidades ute, navajo y misioneras, quienes se enriquecieron y obtuvieron caballos, armas y la paz con sus aliados. Sin embargo, esta forma de comercio perjudicó a otros.  

Los comerciantes robaban caballos a algunas comunidades y luego los vendían para ganar dinero. También hacían incursiones en las comunidades paiute en busca de prisioneros: secuestraban jóvenes y los vendían como esclavos en los pueblos de misión.

Como los utes tenían un mejor acceso a las armas y los caballos por sus lazos comerciales con Nuevo México, se hicieron más poderosos que los pueblos nativos que no podían acceder a esos productos europeos. Esto generó problemas, en lugar de paz, entre los grupos de utes, navajos, shoshones, goshutes y paiutes de toda la región. 

De este modo, el Imperio español provocó grandes cambios en los pueblos nativos americanos mucho antes de que estos colonos se asentaran de forma permanente en Utah.

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