Ferrocarril transcontinental: 1869

La construcción del primer ferrocarril transcontinental del país finalizó en Promontory, Utah. El 10 de mayo de 1869, un equipo de trabajadores chinos de Central Pacific Railroad y un equipo de trabajadores irlandeses de Union Pacific Railroad colocaron los últimos rieles y vigas de soporte.

En pocas palabras

Autoridades de ambas compañías ferroviarias colocaron cuatro clavos ceremoniales en los rieles para unir las dos vías. Luego, dieron sus discursos y una famosa fotografía capturó a algunas de las personas que estaban allí. La llegada del ferrocarril constituyó un momento histórico para la nación y para Utah.

La locomotora n.º 119 de Union Pacific (derecha) y la locomotora Jupiter de Central Pacific (izquierda) simbolizan la unión de los ferrocarriles, 10 de mayo de 1869 (fotografía de Union Pacific; fotógrafo: Andrew Russell)

Más de la historia

En la época de la guerra civil estadounidense, ya existían redes ferroviarias en el este, el sur y el medio oeste. El ferrocarril transcontinental fue la primera línea ferroviaria que posibilitó el transporte de mercancías y personas entre la costa atlántica y la costa pacífica en tren. Ese recorrido, que en carreta solía durar más de un mes, se podía realizar en solo seis días gracias al ferrocarril. El ferrocarril promovió la inmigración, la creación de más negocios y el avance de la industrialización en el oeste.

1,500 millas

En 1862, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley de Ferrocarriles del Pacífico, la cual fue firmada por el presidente Abraham Lincoln. En este proyecto, participaron dos compañías ferroviarias. La compañía Central Pacific comenzó a trabajar en Sacramento, California, y continuó la construcción hacia el este a través de las montañas de Sierra Nevada y Nevada. Por su parte, la compañía Union Pacific inició la construcción en Omaha, Nebraska, y avanzó hacia el oeste a través de las Grandes Llanuras y Wyoming. Utilizando mulas, explosivos, palas, picos y martillos, los trabajadores avanzaron lentamente a lo largo de 1,500 millas hasta encontrarse. 

Este enorme proyecto dependía del arduo trabajo de obreros que no recibían un buen salario, y quienes en su mayoría eran inmigrantes de Asia y Europa. Central Pacific contrató a miles de trabajadores del sur de China. Los obreros chinos fueron una parte fundamental de la fuerza laboral de Central Pacific. Union Pacific empleó a trabajadores irlandeses que habían abandonado Irlanda por el hambre y las enfermedades. Las compañías ferroviarias también contrataron a veteranos de la guerra civil estadounidense, esclavos liberados y colonos mormones para aumentar la mano de obra. 

Construcción del ferrocarril de Central Pacific, 1863-1869

Motores del cambio

El ferrocarril transcontinental inauguró la era ferroviaria de Utah y marcó el inicio de una época de grandes cambios para las comunidades indígenas y los colonos de Utah.

Poco después de la inauguración del ferrocarril transcontinental, nuevas líneas ferroviarias conectaron Ogden con Salt Lake City. Desde allí, las líneas conectaban Salt Lake City con zonas mineras como Alta y Park City. La minería se convirtió en una industria importante para el estado, ya que los ferrocarriles permitían transportar los minerales hacia mercados lejanos. La creación de líneas ferroviarias que llegaban a lugares como Price, Helper y Castle Gate contribuyó al crecimiento de los distritos mineros de Utah. Además, existían muchos otros empleos vinculados al ferrocarril. Se necesitaban muchos trabajadores para reparar las vías, organizar el equipaje y ayudar a los pasajeros. 

El ferrocarril facilitó y agilizó el transporte de mercancías. Los agricultores de Utah podían vender sus cosechas a mercados más lejanos sin que se estropearan. El comercio creció en todo el estado y atrajo a más personas, como también a nuevos negocios. El crecimiento de Utah atrajo a miles de inmigrantes y sus familias, quienes venían de todo el mundo.

Ferrocarril de la compañía Denver and Rio Grande Western en funcionamiento en el cañón Price, 14 de julio de 1963

Antes de 1869, el 91 % de los euroestadounidenses en Utah eran mormones, es decir, miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (SUD). Sin embargo, tras la llegada de los ferrocarriles, la población comenzó a cambiar. En 1890, los mormones representaban el 66 % de la población de Utah, un poco más de la mitad de los habitantes. Muchos inmigrantes llegaban desde países europeos como Italia, Grecia, Finlandia y Gran Bretaña. Algunos llegaron con la esperanza de encontrar minerales valiosos en las zonas mineras de Utah. Otros buscaban unirse a la comunidad SUD. Como los colonos inmigrantes pertenecían a distintas etnias y practicaban religiones diferentes, hicieron de Utah un lugar más diverso.

El rápido crecimiento de los asentamientos y la industrialización en Utah generaron obstáculos para las comunidades shoshone, ute, goshute, paiute y navajo. Estos pueblos habían vivido en Utah durante cientos de años antes de que comenzaran los asentamientos del siglo XIX. Sin embargo, los colonos inmigrantes se apoderaron de recursos esenciales que los nativos utilizaban para alimentarse, principalmente las tierras fértiles cercanas al agua. En consecuencia, las comunidades nativas comenzaron a padecer hambre. El Gobierno federal tomó el control de las tierras indígenas para alejar a los pueblos nativos de las zonas colonizadas. Se designaron dos reservas aisladas para los pueblos ute y navajo, a las que siguieron otras pequeñas reservas. Las tribus trabajaron durante muchos años para superar estos problemas, afirmar su soberanía (identidad política) y preservar sus culturas y familias.

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