Joe Hill era sindicalista y se mudó a Utah en 1913. Nació como Joe Hägglund en Gavle, Suecia, el 7 de octubre de 1879. Emigró a Nueva York en 1902 y se mudó a Utah para trabajar en la mina Silver King en 1913. Hill aportó muchas virtudes, como el activismo político, el trabajo arduo y la composición de canciones.
En pocas palabras
Hill emigró a Estados Unidos porque oyó que allí había oportunidades económicas. De hecho, fue uno de los casi ocho millones de inmigrantes que llegaron a Ellis Island. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que las condiciones laborales y el trato a los trabajadores eran muy crueles. Entonces, decidió ser sindicalista y se sumó a los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW) —también llamados “wobblies”— para conseguir mejores condiciones de trabajo para la gente de los Estados Unidos.
Más de la historia
Joe Hill llegó a los Estados Unidos con 23 años. Al principio, encontró trabajo como operario en distintas ciudades del país. Vivió de primera mano las duras condiciones a las que se enfrentaban los trabajadores, especialmente los inmigrantes, que trabajaban para empresas y corporaciones en los Estados Unidos.
Sindicalista
Hill no estaba de acuerdo con la injusticia de las condiciones de trabajo y los salarios. Se unió a un sindicato llamado Trabajadores Industriales del Mundo (IWW) para defender los derechos de los trabajadores. Los sindicatos son organizaciones que surgieron en el siglo XIX para conseguir que los trabajadores recibieran un trato mejor. A muchos empresarios no les gustaban los sindicatos. Los propietarios no querían mejorar la seguridad de sus lugares de trabajo ni pagar a los empleados un salario digno. Los sindicatos aplicaron varias estrategias para exigirles a los empresarios que mejoraran las condiciones de trabajo. A la IWW se la solía calificar de “radical”, “severa” e incluso “violenta”.
Como sindicalista, Hill escribió e interpretó canciones y pronunció discursos para ayudar a los trabajadores a organizarse. Sus canciones se hicieron famosas. Trabajadores y sindicatos de todo el mundo las usaron para defender el aumento de los salarios y la mejora de las condiciones laborales.
Hill en Utah
Cuando Hill se mudó a Utah, siguió defendiendo los sindicatos y luchando por los derechos de los trabajadores. Hill vivía junto con otros inmigrantes escandinavos en Murray, Utah. Se llevaba bien con su comunidad y era muy conocido por su activismo sindical.
A principios del siglo XX, había mucho malestar laboral y sindical. Los trabajadores creían que merecían más derechos, y muchos capitalistas no querían concedérselos. A veces, era posible dialogar de forma pacífica sobre las diferencias de opinión, pero, otras veces, las partes se enfadaban tanto que respondían con violencia. En 1914, Hill se convirtió en el centro de un escándalo que acaparó la atención mundial.
Hill a la justicia
En 1914, alguien mató a John A. Morrison, el propietario de una tienda de Salt Lake City. La policía decidió que Hill había cometido el delito y lo detuvo. Hill fue a juicio, y la fiscalía no presentó pruebas suficientes para condenarlo. Los expertos afirman que, si el juicio se celebrara hoy, se anularía. Sin embargo, aunque no había demasiadas pruebas que demostraran que Hill había sido el responsable de la muerte de Morrison, el jurado lo declaró culpable y el tribunal ordenó su ejecución.
Protestas internacionales
El juicio de Joe Hill atrajo la atención internacional. Personas de todo el mundo creían que Hill no era el responsable y que los empresarios querían que se lo declarara culpable para que los trabajadores dejaran de inspirarse en él. Mucha gente escribió cartas para pedir el indulto o el perdón de Hill por el crimen. Incluso el presidente Woodrow Wilson le sugirió al Estado de Utah indultar a Hill. Sin embargo, el gobernador de Utah, William Spry, no cambió la sentencia.
“No lloren por mí. ¡Organícense!”.
Hill siguió incitando a la gente a defender los derechos de los trabajadores, incluso cuando estaba en prisión. Justo antes de morir, dijo lo siguiente: “No lloren por mí. ¡Organícense!”. Hill se convirtió en una leyenda popular. Los sindicalistas y los trabajadores aún lo recuerdan como un héroe y un mártir del sindicalismo, y utilizan sus canciones para acompañar la lucha por mejores salarios y condiciones de trabajo.
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