Los paiutes narran una historia sobre la sequía. Según cuentan, las personas migraron al este desde un lugar con “agua infinita” hacia las “montañas rojas”. Y, de hecho, los antepasados de los paiutes migraron a Utah desde California.
Ciclos de humedad y sequía
En un principio, prosperaron como agricultores y cazadores. Pero luego, el clima se volvió muy seco. Su dios, Shinob, les dijo que “escucharan el consejo de los animales”, es decir, que abandonaran la agricultura y se convirtieran en cazadores y recolectores nómades.
Las comunidades dejaron de cultivar en Utah hacia el año 1200 d. C., probablemente a causa de una gran sequía. A partir de entonces, los pueblos indígenas vivieron principalmente de la caza y la recolección hasta la llegada de los colonos.
La familia Culmsee también sufrió la sequía tras establecerse en las tierras de los paiutes. En 1912, los padres de Carlton Culmsee visitaron unas tierras en venta en el desierto Escalante del condado de Iron. El territorio era impactante. “La hierba florecía… Los caballos retozaban en los bancos, los ciervos caminaban en las colinas, los estanques resplandecían en la llanura”. Por eso, los Culmsee decidieron comprar muchas tierras.
Sin embargo, durante esa primavera, había llovido mucho más de lo habitual. Utah se encontraba en la fase “húmeda” de un ciclo de humedad y sequía. En el oeste, la fase de “sequía” siempre llega. Los Culmsee lo descubrieron y su inversión finalmente se secó.
Las peores sequías de la historia
En 1864, Joseph Holbrook, del condado de Davis, declaró al diario Deseret News que “este año sembró 20 fanegas de avena, plantó 15 acres de maíz y 10 acres de caña de azúcar, pero cree que no cosechará ni una fanega de avena o maíz y tampoco melaza debido a la sequía”.
La peor sequía de la historia que se registró en Utah ocurrió entre 1895 y 1907: un período seco muy extenso. Durante esos años, “las que fueron fértiles praderas [de Boulder Mountain] se convirtieron en campos de polvo. Los rebaños de ovejas se acostaban junto a los arroyos y morían en las orillas… El ganado merodeaba alrededor de pozos de barro [y] se hundía allí antes de morir”.
Entre 1931 y 1941, hubo otra gran sequía que afectó principalmente al norte de Utah. En mayo de 1934, los arroyos que normalmente estaban llenos de nieve derretida se parecían a los arroyos de agosto, ya que fluía mucha menos agua de lo habitual. Ese verano, los agricultores de Utah solo contaron con un ¼ del agua de riego habitual. Los cultivos se secaron, las personas se quedaron sin trabajo, y los ganaderos no tuvieron el alimento necesario para sus animales.
De hecho, algunos agricultores del condado de Duchesne se vieron obligados a recolectar plantas rodadoras para alimentar a sus vacas.